OFICIOS DESAPARECIDOS

¡Mama, mama, salen chispas por la chimenea de la fragua! Recuerdo decir esto de chaval, cuando por la artesanal chimenea de piedra de la fragua salían esas diminutas chispas al amanecer, después de que el herrero hubiera encendido el carbón.

En homenaje a mis antepasados, mi abuelo PELAYO RECIO y a mi padre JESUS RECIO, último herrero no solo en Valdeavellano sino en la mayor parte del Valle durante muchos años de su vida.

Esa estampa en Valdeavellano de Tera y muchos pueblos de toda España se ha perdido. El herrero, y todos sus utensilios, han ido desapareciendo de nuestro vocabulario.Cuantos recuerdos y añoranzas no evocaron a nuestros mayores, una parte por el trabajo de labrar, y por otra, por ser la fragua un centro de tertulia  de los hombres del pueblo.


 

El herrero no tenia ayudante alguno, era el mismo labrador cuando le tocaba su turno, a veces con el torso medio desnudo, el que golpeaba una y otra vez el “macho”, acompañado por otro vecino de sufrimiento. Pim, pam, pim, pam, pim, pam, …..: ese soniquete sobre la reja caldeada apoyada en el yunque, era habitual en tiempos de sementera en todas fraguas de los pueblos.

El herrero no es solo un artesano, es un  personaje de singular importancia en todo el pueblo que no solo fabrica, afila y arregla rejas, sino que también confeccionaba los elementos metálicos  del carro y hacia las herraduras para los animales. Pero eso ya……  es historia.

 

 

Fuelle, tobera, bigornia, campana de la chimenea, yunque etc... Son parte de los elementos de la fragua. Una vez encendido el fuego con el carbón como combustible y con la reja al rojo vivo, el herrero moldea la rejas a golpe de martillo sobre el yunque, dándole la forma deseada y una vez dado el visto bueno a la reja, esta iba a parar a un pilón lleno de agua, para darle temple y que se enfriase.

El yunque estaba sujeto en un tronco de madera, a la vez incrustado en el negro suelo de la fragua y para golpear el hierro y darle la forma deseada, se utilizaban  el marro y los machos.

 

Entre “labrar” y calzar las rejas, siempre había tiempo para comentar las cosas del pueblo, amenizando la charla mientras esperaban poder beber un chiquito de vino que había ido a buscar a casa del CIRILO O EL TIMOTEO.

Era también el herrero el encargado del herraje de vacas y caballerías, y a veces el que fabricaba las propias herraduras.

Para herrar usaba el martillo de herrar, tenazas, pujavante, clavos etc... El pujavante es una especie de espátula alargada y plana  para rebajar el casco de las vacas, y así poder asentar correctamente la herradura.

El herrero era también agricultor, ya que sus emolumentos no le eran suficientes para vivir. Además tenia que esperar a que el labrador limpiase la “parva” para ir a recoger la “igualda”. Se trata la “igualda” del pago en especies, en grano, por parte del agricultor por los servicios encomendados.

Recuerden estos versos del herrero, cuando se acercaba a la era del vecino:

                                   

                                      ¿Qué hay herrero?

                                      ¿Vas a cobrar la igualda?

                                      Anda que tu en pocos días

                                      Te haces buena labranza.

                                       Pues amigo…, si bien vieras,

                                       Voy de más mala gana….

                                       Es el calentón más grande,

                                       Que a mi me causa la fragua.

                                       Hasta pidiendo lo mio,

                                       Se me calienta la cara.

Pero vaya para los desaparecidos MI PADRE, mi mas sentido homenaje, porque  el calor de la fragua, avivado el fuego por el vetusto y ancestral fuelle de madera, fueron participes, juntos con sus convecinos, de las tertulias, fabulas enseñanzas de los afanados labradores de el Valle y en concreto de Valdeavellano de Tera, su pueblo y el mio.